Lección 1 de 11
En Progreso
Tema 1. Características físicas, químicas y biológicas de los suelos

Objetivos de este tema:
- Identificar y comprender las principales propiedades físicas del suelo, como textura, estructura y porosidad, para evaluar su capacidad para retener agua, aire y permitir el desarrollo radicular.
- Conocer las propiedades químicas del suelo, incluyendo pH, capacidad de intercambio catiónico y contenido de nutrientes, para entender cómo afectan la fertilidad y disponibilidad de elementos esenciales para las plantas.
- Reconocer la importancia de las características biológicas del suelo, como la actividad microbiana y el contenido de materia orgánica, y su papel en la salud y sostenibilidad del sistema suelo-planta.
- Fomentar una visión integral del suelo como un sistema vivo que requiere manejo equilibrado para mantener su productividad y preservar el equilibrio ecológico.
Resumen:
Los suelos agrícolas se componen de tres grandes grupos de propiedades que determinan su aptitud para el cultivo:
- Características físicas: Incluyen la textura (proporción de arena, limo y arcilla), estructura (agregados y porosidad), consistencia, densidad aparente, profundidad útil para raíces, capacidad de retención de agua y aireación. Estas propiedades afectan la infiltración y almacenamiento de agua, el desarrollo radical y la facilidad de laboreo.
- Características químicas: Se refieren a la composición química y capacidad del suelo para suministrar nutrientes. Incluyen el pH (nivel de acidez o alcalinidad), capacidad de intercambio catiónico (CIC), conductividad eléctrica, y contenidos de materia orgánica, así como niveles de nutrientes esenciales como nitrógeno, fósforo, potasio, calcio, magnesio, entre otros. La química del suelo influye en la disponibilidad de nutrientes y toxicidad para las plantas.
- Características biológicas: Se relacionan con la actividad y diversidad de microorganismos y fauna del suelo, el contenido en materia orgánica y la actividad biológica que contribuyen a la descomposición, formación de nutrientes, y mantenimiento de la estructura del suelo. Un suelo biológicamente activo favorece la salud de las plantas y la sostenibilidad del cultivo.
Estas propiedades están interrelacionadas y conforman un sistema vivo que debe ser comprendido y gestionado para lograr suelos productivos y ecológicamente sanos en la agricultura hortícola.